Hércules antes de embarcarse en las aventuras que hicieron de él un héroe, tuvo que enfrentarse al mayor desafío de todos, un desafío que lo colocaba en una disyuntiva, una que lo llevaba a tomar una decisión que le cambiaría la vida.
Los dos caminos
Al parecer Hércules renegaba de su vida difícil, mientras que otros llevaban vidas más placenteras y cómodas que la suya. Pensando en esto mientras caminaba, se encontró en un lugar que le ofrecían frente a él dos caminos.
Sabía que tenía que tomar uno de los dos.
Uno, era lleno de obstáculos, rocoso, espinoso, oscuro, liso, plagado de riesgos. Pero al final, se podían ver amplias llanuras, lagos, un cielo despejado, aves, un clima maravilloso.
Muy por el contrario, el otro camino se mostraba amplio, con árboles frondosos a lado y lado del camino, tan poblados de hojas que provocaban una sombra cómoda por todo el lugar, con partes donde traslucían los rayos del sol, dando un toque de armonía. Las flores adornaban el lugar que en conjunto con el canto de las aves lo hacían aún más llamativo y atractivo. No obstante, hacia el fondo, las sombras, la bruma, no permitían ver cuál era el final de ese camino.
Hércules mientras pensaba qué camino tomar, dos bellas damas se le acercaron, una de ellas invitándole que tomara un camino en particular, y la otra, el otro.
Las Invitaciones. ¿Cuál camino seguir?
La que venía por el camino amplio, adornado de árboles, y fragancias florales lo invitó a tomar el camino del que de ella venía. “Es el momento que dejes tantas incomodidades que has encontrado en la vida, tanto sufrimiento que has encontrado en la precariedad, y que, por fuerza, te has visto en la necesidad de la templanza, y la abstinencia. Ven conmigo. Acá encontrarás todas las comodidades que necesitas, música, alegría, vino, verás que todos tus deseos serán satisfechos”.
La otra que había escuchado todo, y que provenía del otro camino le dijo: “Joven, yo nada tengo que ofrecerte. Lo único que tengo para darte es lo que encontrarás gracias a que tú te lo ganes por mérito propio, por fuerza propia. El camino al que te invito y que espero que sigas, es escabroso, sinuoso, resbaloso, espinoso. Está lleno de escarpadas, montañas que tendrás que escalar solo con tus manos y pies. Cuando estés en las cimas de esas empinadas montañas, desde las alturas podrás ver los hermosos paisajes que te esperan al final del camino, pero no podrás llegar allí sin gran esfuerzo, sacrificio y disciplina. Si deseas obtener todos los beneficios que la vida puede darte, tendrás que sembrar, para luego después de cuidar y trabajar por él, obtener el beneficio, el fruto de tu trabajo dedicado y perseverante”
Podemos elegir. La elección de Hércules, puede ser también la tuya
Hércules miró a ambas damas. Una venía vestida rebosante de belleza y prosperidad, la otra, bella como la primera, venía vestida sin tanta ostentación.
Ante sí tenía dos caminos. Dos opciones, entre la excelencia y la pereza, la vida fácil o difícil, el camino más cómodo, o el menos escogido.
El Verdadero desafío: La elección suprema
Como dice el Poeta James Baldwin, Hércules escogió a esta última, “te escojo como guía. Mío será el camino del trabajo y del esfuerzo, y mi corazón ya no albergará amargura ni descontento. Y apoyó su mano en la mano de Virtud, y entró con ella en el recto y temible camino hacia las bellas montañas azules del lejano horizonte”
Continuamente nosotros nos vemos enfrentados a esos dos caminos los cuales nos invitan a que escojamos el sendero que cada uno de ellos representan.
El dilema, la disyuntiva
Me levanto, no me levanto. Hago esta tarea que debo hacer, que es mi responsabilidad, o la hago más tarde. Reviso esa notificación que llegó al celular o más tarde. Pongo primero lo primero, o lo dejo de segundo, tercero, o cuarto, me tomo esto o no me lo tomo, me como este postre o qué hago, dejo que algo que yo “interpreto” como ofensa me nuble, me dejo llevar por la mosca que me distrae, me pongo a revisar redes sociales, me dejo provocar por la opinión de otra persona… O qué hago.
El peor enemigo de una persona, es ella misma, en muchas ocasiones somos nuestro principal adversario. Es usual que los verdaderos retos y desafíos a los que nos enfrentamos, no están en el exterior, sino en nuestro interior. Un interior no dirigido, disciplinado, conquistado, tiende a complicar y mucho, los contratiempos, encrucijadas a las que nos enfrentamos, y todo esto porque reaccionamos en formas que son contraproducentes.
Insisto, nos terminamos convirtiendo en nuestros propios enemigos.
El desafío está en trabajar sobre nosotros mismos, sortear nuestras flaquezas, controlar nuestros impulsos, y gestionar de modo efectivo nuestras emociones. En cualquier momento emociones como el desánimo, la pereza, la apatía, la ira pueden aparecer. La conquista verdadera, es cuando aprendemos a formar una gran fortaleza de carácter.
Ya lo dijo Publio Siro, “Si quieres gobernar un imperio, gobiérnate a ti mismo” Los caprichos están a la orden del día, siempre estará ese lado nuestro que desea dejarse llevar por cantidad de atracciones que día a día nos vamos a encontrar.
Cuando la falta de disciplina, tiene consecuencias graves.
Por ponerte un ejemplo, estudios internacionales recientes revelan que chatear o usar el celular mientras se conduce un vehículo, multiplica por 4 el riesgo de sufrir un siniestro vial y que disminuye hasta en 50% la atención de un conductor.
Pruebas experimentales demuestran que un conductor puede gastar 15 segundos mientras desbloquea su celular, busca un contacto y envía un mensaje. En ese corto lapso, si se moviliza a una velocidad de 50 kilómetros por hora, habrá recorrido una distancia de 208 metros quitando la vista de la vía y perdiendo el control total del volante.*
Puedes creer, y todo porque en muchas ocasiones básicamente, no somos capaces de dejar el celular para revisarlo. Pero realmente, ¿No somos capaces, o no queremos? Si no te conquistas a ti mismo, los caprichos te gobernarán.
Hoy en día, las distracciones están a la orden del día. A diferencia de otras épocas, hay muchos aspectos sobre los cuales es muy fácil que se vaya nuestra atención. Y
Este no es el único caso.
Nos podemos dejar llevar por los atajos. Podemos saltándonos los procesos lograr triunfos, reconocimientos, dinero, placer, pero como es usual en la vida, este tipo de atajos, siempre traen del otro lado, como en la disyuntiva de Hércules, sombras, fracasos, decepciones, dolor, soledad al final de este camino.
El resultado de no gobernarse a uno mismo
Yo no quiero con esto hacer apología a la moral, la virtud, no soy quién para eso, lo que quiero es poner de presente que, quien negocia consigo, con sus caprichos, pierde. Y como es usual, toda causa, trae sus efectos.
Hogares acabados, relaciones dañadas, trabajos perdidos, reputaciones destruidas, salud deteriorada, oportunidades desperdiciadas, se dan como consecuencia de dejarse llevar por el camino amplio, que te libra de los esfuerzos, la disciplina, el proceso muchas veces largo, pero que tienen como consecuencia, toda suerte de situaciones negativas, solo porque forzaste situaciones, violentando ese proceso.
Leía en un libro de Stephen R. Covey cuando decía que por ejemplo en una institución educativa podemos hacer trampa, podemos engañar el sistema, y gracias a esto, podremos obtener un título, ¿pero tenemos la educación? Cuando por ejercicio de la profesión necesitemos refrendar lo aprendido, quedaremos en evidencia.
Tampoco quiero hacer apología al trabajo duro, por el trabajo duro. Trabajar duro sin pericia, sin inteligencia nos puede llevar a callejones sin salida.
La falta de gobierno sobre uno mismo, genera como consecuencia vicios del carácter, y pueden adquirir protagonismo la pereza, la gula, la lujuria, la impulsividad, la postergación, la falta de concentración, entre otros.
Estos vicios del carácter van procurando en la persona que los padece, un deterioro en su vida, la van deteriorando, la van empobreciendo.
Se puede llegar a pensar que la disciplina, la templanza, el autocontrol, el autodominio son contrarias a la libertad, se puede suponer que nos privan de poder disfrutar la vida, que nos quitan la oportunidad de gozar la existencia. Lamentablemente esta idea presume que poder deleitarse en la existencia es Comer hasta hartarse, dormir sin límites, perderse en el tiempo navegando en redes sociales, viendo televisión, en últimas, permitir que el placer, el impulso sea el rector en nuestras vidas.
Libertad mediante la disciplina, la templanza
¿Quiere decir esto que debemos convertirnos en monjes ascetas, vamos renunciar a todo?
No, para nada. Pero renunciar a la disciplina curiosamente, nos hace esclavos, esclavos de los caprichos, de la satisfacción inmediata, de los placeres, de la impaciencia, de la ira, de la postergación, de las distracciones, en últimas, perdemos la dirección de nosotros mismos, y ya sabemos eso a dónde nos puede llevar. Recuerda a Hércules.
Por otro lado, conquistarnos a nosotros mismos nos hace libres, porque no somos esclavos. Podemos disfrutar, pero la templanza, la moderación son rectoras en nuestras vidas. No caemos presa de los caprichos, muy por el contrario, podemos elegir, podemos decidir porque no estamos atados, podemos prescindir sin sufrir, sin que el apego nos atormente.
Podemos ir mucho más allá, porque siendo disciplinados elevamos nuestro nivel de desarrollo personal, y profesional. Cuando las distracciones están al margen de nuestra vida, podemos enfocarnos, y concentrarnos en lo que es más beneficioso para nosotros, nuestras relaciones, nuestra familia, nuestro trabajo.
Toma el control: Cuál camino tomarás
Comienza por hacer una reflexión sobre qué piensas sobre la disciplina. Qué piensas cuando tienes opción de distraerte. Qué piensas de tus prioridades, y qué opinión te merecen en cuanto al tiempo que le das respecto al tiempo que podrías pasar en actividades triviales.
Decía Marco Aurelio, “La vida de una persona, es lo que sus pensamientos hacen de ella”
¿La disciplina te hace frío, indiferente, te priva de disfrutar?, o, por el contrario, ¿te da la opción de ser libre?
Dale una mirada a tu vida, revisa tu pasado, y recuerda qué te pasó cuando por largos periodos de tiempo no fuiste disciplinado contigo mismo, ¿cuál fue el resultado?
Cuidar tu mente requiere disciplina, autocontrol, autogestión, al igual que cuidar tu cuerpo. Pero yendo a otros aspectos, cuidar tu relación de pareja requiere disciplina, y no ser dirigido por los vaivenes emocionales. La educación de tus hijos, ser ejemplo sí que requiere ser auto disciplinado, el manejo de las finanzas personales, tu desempeño en el trabajo, la dirección de tu negocio requiere disciplina.
¿Cómo afectaría la falta de autodisciplina la vida de una persona, su cuerpo, su relación de pareja, sus finanzas, el ejemplo que le da a sus hijos, su desempeño en el trabajo, la dirección de su negocio?
El gobierno sobre uno mismo no aparece de la nada, hay que trabajarlo día con día, y nunca creas que ya lograste esa conquista sobre ti mismo, porque al coronarte como dueño de ti mismo, puedes bajar la guardia, y entonces, perder en un momento transitorio, todo lo que con tanto esfuerzo, durante tantos años has logrado.
Como decía el poeta Robert Frost;
Seguramente esto lo diré entre suspiros
en algún momento dentro de años y años
dos caminos se abrían en un bosque, elegí…
elegí el camino menos transitado de ambos,
Y eso supuso toda la diferencia.
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En este enlace puedes encontrar más información de la accidentalidad producto de las distracciones por usar el celular, mientras se conduce
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