¿Has escuchado expresiones del tipo… Tú me dañaste el día, me acabas de arreglar el día, tú me haces feliz, tú me estresas, qué día tan triste, estoy feliz, los fines de semana me alegran, tu presencia arruinó mi día, gracias a ti mi ánimo está por el suelo, tu presencia ilumina mi día, solo a tu lado encuentro alegría, por tu culpa no me puedo relajar, esa canción me pone triste, ¿y muchas más?
HEMOS “APRENDIDO” A SENTIRNOS DE ESE MODO
Podemos fácilmente justificar nuestro estado emocional como consecuencia de algo que pasó. Es decir. “Estoy feliz/enojado/triste porque pasó tal situación” y eso es algo que se nos ha dado como normal desde la infancia. Reaccionamos de cierto modo, y nuestro entorno reforzó la idea de que esa reacción es atribuible o a algo que pasó, un evento, una situación o a algo que dijo, hizo, dejó de hacer una persona. Y, eso no solo se acepta como normal, sino que adicional, se refuerza.
Vemos desde pequeños muchas veces a los adultos, nuestros padres, primera referencia, primer punto de información del mundo, de la vida, actuar de ese modo, es “normal”, “así es la vida”
LOS DEMÁS SON RESPONSABLES
Por todas partes encontramos “mensajes” que refuerzan la idea de que mi estado emocional tiene relación directa con lo que pasa afuera… de mí.
- Un amigo te dice que está feliz desde hace días porque la persona por la cual se siente atraído, le saludó.
- Alguien en el trabajo está muy afectado porque después de un gran esfuerzo, su trabajo no fue reconocido como esperaba.
- Ves a muchas personas con una actitud agradable, dispuesta el fin de semana, muy diferente a la actitud que tienen entre semana
- Las películas, los programas de TV, vemos todo tipo de reacciones como romper un celular, tirar cosas con violencia entre tantas más, como consecuencia de haber sido “provocados”
UN CONCEPTO DIFÍCIL DE MASTICAR
Cuando conocí el concepto de que las “emociones son internas”, que nacen en mí, que mis emociones son eso, mías, que son producto de mi forma de pensar, de mis valores más profundos, de mis creencias, que permanecer en un estado emocional durante cierto tiempo es una elección, realmente me impactó, y no solo eso, me cuestionó mucho.
¿Cómo es posible que yo sea responsable de cómo me estoy sintiendo?, yo por qué, si fue esa o aquella persona la que me hizo sentir así
LA NECESIDAD DE LA CAUSA Y EFECTO
Algo así como Si pasa X, entonces Y. Si me muerdo por accidente la lengua, siento dolor, o sea pasó X por eso Y. Si dijiste algo atrevido (Causa – X) entonces me “siento” ofendido (Efecto – Y), de este modo podemos explicar muy fácilmente por qué me estoy sintiendo como me estoy sintiendo.
Pero acá pasa algo extraño, ¿por qué si alguien dijo algo atrevido, uno se molesta, mientras que la otra persona que está al lado para quien también va el mismo comentario, no le vio nada ofensivo a lo que les dijeron, y en tal sentido, no se sintió ofendido?
Como lo dice magistralmente mi amiga Marcela Rodríguez, “Cada quien es responsable de sus propias emociones, de las emociones de los demás, no”
¿ENTONCES, NO DEBO SENTIR?
Esa idea puede llevarnos a pensar que, en este caso, no debo sentir, y ser en absoluto indiferente frente a todo lo que me pasa. Irnos a los extremos, o es blanco o es negro, o es esto, o es lo otro, o sientes, o no sientes, esto es una distorsión del pensamiento, una distorsión que nos hace interpretar de forma errónea la realidad, y por lo mismo, sufrimos, el sufrimiento que termina siendo provocado por nosotros mismos, y como dije atrás, por nuestra manera de pensar.
Como dice Mo Gawdat, “La cuestión no es eliminar ninguna de tus emociones, sino eliminar el control que ejercen sobre ti”
TODOS REACCIONAMOS
Algo puede parecerte molesto, incómodo, repulsivo, o hilarante, emocionante, eso está bien, estás reaccionando frente a algo que pasa. Un logro personal, o de alguien a quien amas resulta emocionante, disfrutar de un día soleado, o gris, son respuestas naturales, humanas. Hasta allí, normal, pero quedarte instalado en un estado emocional que te provoca sufrimiento, es algo muy diferente.
La cuestión como ya dije no es no sentir, es qué tanto permitimos que una respuesta emocional nos controle por largos periodos de tiempos, y eso es otra cosa. Ninguna emoción tiene el poder sobre ti hasta el punto de dañarte, salvo eso sí, que tú se lo permites, que tú le concedas el control y le des el permiso de arruinarte la vida.
ERES RESPONSABLE
Sé que es una idea desafiante, pero las emociones no son externas, son internas, los hechos, hechos son, punto, pero lo que tú sientes, forma parte del terreno que está bajo tu dominio. En ese universo personal que eres tú, nada pasa, si tú no lo permites.
Si tú en un arranque de ira, destruyes la relación que con años has construido con tu pareja, con alguno de tus hijos, si tú en un arranque de ira, afectas tu estabilidad laboral, debes comprender que esa ira es tuya.
¿Y si no estoy de acuerdo con una situación molesta?
Elige la respuesta. Puedes responder con punta pies, a puñetazos, a golpes, o puedes responder con absoluta contundencia, pero de otro modo que, de paso, al responder, no te dañe a ti, ni vayas por el camino con el ánimo de destruir a los demás.
Como bien lo señala Stephen R. Covey, “entre el estímulo y la respuesta existe un espacio, en espacio está nuestro poder de elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta está nuestro crecimiento y nuestra libertad”
QUÉ HACER
Aprovecha sobre todo los momentos cotidianos, los de a diario que te generan respuestas emocionales, para hacerte grande por la manera en que eliges responder a ello. Puedes perder la cabeza porque el café estaba frío cuando te gusta caliente, o puedes, expresar tu incomodidad de otro modo, buscando solucionar la situación, respondiendo de un modo mucho más productivo.
Me gusta como lo señala Patricia Morales “probablemente cuando alguien dice: Me arruinaste el día, lo que realmente está diciendo es: No puedo controlar mis propios estados de ánimo: tú sí”
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